domingo, 5 de abril de 2009

Atardeceres






La vida nuestra de cada día


La vida te dijo adiós,
mientras pedías perdón.
Se terminó para los dos,
quien cortó el fino cordón.

La vida te dijo gracias,
respondió tu mirada gris.
Harta de ver mis desgracias,
se perdió en un lugar feliz.

La vida lloró por ti,
desconsolada y patética.
Llora mi sangre por ti,
por esa aura tan hermética.

La vida de ti se cansó,
se murió por esperarte.
Tan triste que perdió,
ya daba miedo mirarte.

La muerte te espera serena,
sin ese millón de ilusiones.
La verdad es la peor condena,
para los infieles corazones.





Al atardecer

Negra tarde se niega morir,
buscando excusas otra vez,
te veo pasar volando ciega.

Será a propósito o esta mal,
por tanto llorar y además
guardar tus lágrimas en ese cajón.

Mirada fijamente perdida en ti,
buscando algún lugar para estallar
dolorosamente y en silencio frío.

Fragancia de flor al atardecer;
mi vida perdida en ti encontré,
vamos a intentarlo ¿o no quieres?





La sangre de tus penas

Cuando la mañana muera congelada,
y despiertes, y tu ropa constelada
te mantenga dormitando, sin dolor;
y el mundo de a poco pierda color.

Cuando de tus ojos caiga melancolía,
y parezca que nunca llagará el día
en que todo esto desaparezca de aquí,
cuando no quieras volver a mí.

Como si alguien te estuviera matando,
tu corazón sangra, sigue esperando,
en tus venas, corren negras penas,
y la sangre que te queda envenenas.

Roja correrás desgraciada eternamente,
creo que querría alguna vez solamente
explicar a gritos este fuerte llanto,
te juro si lo escucho, tuyo es mi canto.





Luz

Blanca me había encontrado.
Brillante pudo calmarme.
Serena me hizo feliz.
Apagada me causó llanto.
Cálida esperó el momento.
Potente protegía mi vida.
Relampagueante creí en ella.
Intensa fue su lucha.
Infinita su despreocupación.
Silenciosa fuente de amor.
Alejada en mis momentos.
Clara en todo sentimiento.
Ausente en esta ocasión.
Necesaria y necesitada.





Superficies

Verdes nichos de amor,
delicados adornos falsos,
Ángeles terrenos,
vidas pasadas por aquí.

Selecciones de sabor,
hermoso vidrio asesino,
tambaleando por dentro,
derrocado por su decisión.

Blanca mañana fulgurante,
efímera alhaja celeste,
ansiada superficie destrozada,
quemada en el lugar exacto.

Tristeza absurda y bella,
el alma que se te escapa
por entre tu cabello negro,
olvidado en quien sabe donde.





Naufragios de sal

Déjame que te cuente,
este dolor tan frecuente;
fragancia de desolación,
brillando sin preocupación.

Como mis sueños naufragaron,
y en donde tiesos quedaron;
te llevo al penoso lugar,
allí, donde solíamos jugar.

Están ahí, grabados en sal,
aún guardan todo ese mal;
el que nunca ocultaste,
pero tampoco extrañaste.

Dime tú que hacer con ellos,
tal vez crear cuentos más bellos,
o quizás dibujar constelaciones,
y regalártelas en mis oraciones.





Horas

Las vidas pasan volando,
nunca supe entenderlo,
jamás me quede pensando,
no llegué a creerlo.

Los años se borran de a uno,
sobre papeles inertes,
ya no recuerdo ninguno,
y eso los hace más fuertes.

Recuerdo los días perdidos,
los que eran silenciosos,
o que escapan decididos,
y los que llegaban morosos.

Ya se apagaron tantas horas,
se las habrá llevado el viento,
ya no quedan mas demoras,
se han llevado mi aliento.





Del frío

Encerrado en hielo,
agonizante, tiritando.
Con el viento en el alma
y la mirada apagada.
Derrochado y gastado,
renegando levemente,
muriéndose sin remedio
por el frío de tu corazón.

Frustrado e impotente,
con sus manos moradas,
no respira muy a gusto,
te quiere y no te encuentra.
Dale tu maldito calor,
es lo único que desea,
muchos lo han querido,
pero solo el lo merece.

Déjale un lugar a tu lado,
perdónate tus errores,
acepta su humildad honesta,
no lo mandes para atrás.

Sácalo del frío,
no lo dejes sufrir,
si lo quieres por favor...
Aléjalo de ti.





Las trampas de siempre

Como has vuelto a caer,
ya no quiero mirarte,
mucho menos perdonarte,
tengo poco que perder.

Te pregunto lamentando,
que te dejó salir anoche,
cuanto hace aquel derroche,
de miradas tiritando.

Se escucha a lo lejos
un llanto desgarrador,
será aquel el pensador,
que murió en tus espejos.

Sabe alguien donde corres,
donde duermes sollozando,
entre plumas y soñando,
distante en tus torres.





Aliento

Divagando en las tormentas,
que de vez en cuando inventas,
entre las olas dolorosas,
cerca de sirenas hermosas.

En el cielo entristecido,
escucho tu canto bendecido,
que ilumina mi negro celaje,
tan oscuro como salvaje.

Criaturas centellantes,
no me priven de mi sueño,
de ese aliento de diamantes.

Sin rumbo, sin ningún dueño,
encerrado entre farsantes,
te espera tu creador risueño.





Igual que tu

Encendido, demasiado
confiado para ser como
aquel que nunca volverá
al lugar donde lloró
primero al ver la luz.

Desenfrenado y falso,
igual que tu, alma sin fin,
desteñida por el tiempo
y el cansancio que te dice
cuando puedes rendirte.

Hazlo ya, muchos lo hicieron
antes que tu y siguen
cabizbajos y dementes
al igual que tu, prisionera
del sufrimiento ajeno.





Míralo por última vez

Dormido el amanecer,
en su manto rosicler,
soñando con días felices,
reprime mañanas grises.

He llegado con el viento,
a callar lo que miento,
yo no voy, como los idiotas,
a soñar más con gaviotas.

Maldita luna color miel,
¿porque lloras tanto hiel?
solo eres una herida,
como otras, tan perdida.

Cenizas son las flores,
donde cantan ruiseñores,
filigrana que la pinta,
con tu dorada tinta.





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